miércoles, 23 de agosto de 2023

No me cogeréis vivo

Bueno, si ocasionalmente te dejas caer por aquí, ya sabes cómo va esto.

He subido otro libro a Amazon, disponible en formato electrónico para el lector de eBooks Kindle por si no tienes mucho espacio para estanterías y también en papel si prefieres el formato impreso y acabar bajo un alud de volúmenes en rústica te parece una forma razonable e incluso hermosa de morir.


La niebla de los años venideros es una novela un poco distinta a las tres que ya he colocado en Amazon. Para empezar, no pertenece a la serie de «Los invisibles» en la cual se integran El lugar más peligroso del mundo, El álgebra de la bestia y Cazadores de cabezas.

Además, la he escrito a cuatro manos con un amigo. El manuscrito fue y vino de su casa tantas veces, mi amigo colaboró con tantas correcciones, sugerencias, observaciones e hizo correr tantos litros de tinta roja que registrarlo como coautor y poner su nombre en portada era honestamente lo menos que podía hacer en muestra de agradecimiento.

El manuscrito era un completo desastre, un palimpsesto de versiones diferentes, un dédalo de personajes arrancados de tantas revisiones distintas del texto original que yo, el autor primario, era absolutamente incapaz de sacar nada en limpio de él.

Fue la última vez que escribí una novela sin un desglose por capítulos, una cronología, un catálogo de personajes.

Es la clase de lección que sólo aprendes bien cuando la aprendes por las malas.

Cristian le dio forma legible y publicable a La niebla de los años venideros.

Y nunca le estaré demasiado agradecido por ello.

Ahora sólo quisiera vender al menos un par de millones de copias para darle su más que merecido 50% de royalties.

Ah, coño, que se me olvidaba. El argumento de La niebla de los años venideros es el siguiente:
«Todo acto de creación es un acto de destrucción. Retirado en una casa de vacaciones en la Suiza italiana, Martin colecciona una derrota tras otra frente a la página en blanco, incapaz de terminar un relato y con la única compañía de sus recuerdos: la familia a la que renunció, los pecados que cometió, el fantasma de la única mujer a la que jamás ha amado y el crimen que, hace treinta años, los separó para siempre».
Disfrútalo. Es más barato que la cocaína y al menos el doble de adictivo.

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